Las
Trayectorias Socioeconómicas Compartidas, SSP, (por sus siglas en inglés),
según Escoto et al. (2017), incorporan
dimensiones relacionadas con el cambio
social esperado que podrían afectar tanto a los niveles de emisiones como a la
adaptación al cambio climático. Especifican
futuros alternativos de desarrollo socioeconómico y cómo podría
evolucionar el mundo en las décadas futuras y los desafíos para llevar a
cabo los cambios para la mitigación y la
adaptación.
Existen
cinco SSP, siendo la SSP1, “sostenibilidad”, la más esperanzadora y el SSP5 el escenario
más catastrófico. Sin embargo ¿Cuál de los escenarios creo que es el más
plausible? ¿Por qué? A mi parecer, el escenario más plausible es el escenario SSP4;
este corresponde a la trayectoria de la “Desigualdad” (un camino dividido).
Crédito
de imagen: Repositorio Universidad de Chile.
Comenzaré
por comentar en qué consiste la trayectoria SSP4. En esta trayectoria, es
posible imaginar un mundo muy desigual, tanto dentro como entre los países, donde existe un pequeño grupo, la elite,
responsable de la mayoría de las emisiones, mientras un grupo mayoritario, los pobres, que contribuyen poco a las emisiones, es en última instancia el más vulnerable al impacto del cambio
climático. La alta desigualdad dentro y
a través de los países lleva a conflictos sociales, entre otros aspectos.
Para profundizar en el tema, te
recomiendo visitar:https://es.wikipedia.org/wiki/Trayectorias_socioecon%C3%B3micas_compartidas
He
optado por esta trayectoria, dado que estamos
viviendo en un mundo claramente marcado por la desigualdad y, desde los Estados,
no se realizan acciones en el presente, ni creo, por la naturaleza humana, se
realicen a futuro. Las inundaciones e incendios recientes, la devastación de regiones y la muerte de muchas personas no ocurren por sorpresa, sino que confirman
lo que vienen anunciando los científicos desde hace décadas; sin embargo, los
cambios necesarios para enfrentar esta crisis no son ni serán efectuados por
todos, siempre habrá una elite que queda al margen y, continua contribuyendo al
cambio climático con sus negocios.
Extrapolando
a futuro, bajo este escenario, no existe una “adaptación al cambio climático”,
donde corresponde tomar y planificar medidas
destinadas a adecuarse a la evolución del clima; debiendo existir un proceso de
adecuación tanto frente clima como a sus efectos, de esta manera se
limitan todo tipo de daños.
Es
en este contexto, que una vez más, se puede pensar en un mundo reactivo frente
a los eventos climáticos, los cuales son atendidos una vez que ocurren. Sin ir
más lejos, vivimos actualmente inundaciones e incendios producto de inviernos y
veranos cada vez más crudos ¿y qué esperamos? Que el próximo año ocurra lo
mismo y, esto continúe en el tiempo, ya que no existen políticas
socioecológicas que cumplan con esta adaptación ni mitigación frente al cambio
climático.
Desde
otra perspectiva, el escenario seguirá siendo: calentamiento global, pérdida de
biodiversidad, acidificación de los océanos y el cambio de usos de la tierra
mediante la deforestación, la inyección de nitrógeno y fósforo en la biosfera y
la atmósfera. Cada vez más el “desarrollo” irá por sobre el medio ambiente y la calidad de
vida de las personas.
El
abaratar costos y aumentar las ganancias de los empresarios continuará favoreciendo
la utilización de combustibles fósiles, dado que seguirá siendo mucho el
capital que se seguirá invirtiendo. En contraposición, las energías más limpias
implican un mayor coste y pérdida de la inversión realizada, no solamente por
el sector privado, sino que también inversión del sector público.
Espero,
proyectando las condiciones actuales, que la demanda de electricidad
mantenga su tendencia al alza, ya
que, a pesar que las energías
renovables, como por ejemplo, la eólica y la solar crecerán rápidamente, no
habrá la suficiente capacidad para
satisfacer la demanda de energía sin recurrir a combustibles fósiles. Por otra
parte, no todos los países tendrán el mismo capital económico ni tecnológico;
por tanto, los países desarrollados podrán asegurar a parte de su
población el acceso a la energía limpia; asimismo, el resto de los países debe
seguir funcionando con energía asociada a combustibles fósiles.
Las políticas
medioambientales se centrarán en los
problemas locales de las zonas de ingresos medios y altos, en donde, por
ejemplo, las plantaciones industriales
entran en competencia con la producción de alimentos y en consecuencia,
agravarán el hambre. Otro factor a considerar que aumentará esta brecha es que
la Naturaleza, mediante los llamados
“servicios del ecosistema” pasará de lleno a ser
activos del sector más rico, enmascarados en “productos sustentables”.
Lo anterior,
se reflejará en un incremento de la distribución desigual de tierras y, por tanto,
el empobrecimiento (que además implica el acceso al agua y alimento) y
desplazamiento de poblaciones más pobres a las grandes urbes.
Con este
desplazamiento a las ciudades, se verá colapsada su capacidad de carga, las
autoridades deberán cambiar el uso del suelo, aumentando el cemento y,
disminuyendo las áreas verdes. Entonces, la sobrepoblación de las ciudades, la
pobreza, déficit en Educación y Salud, hará que el descontento aumente en
varias urbes, tal cual está comenzando a suceder actualmente en algunos países.
La promesa
del “desarrollo sostenible” seguirá siendo una promesa, seguirán existiendo
sectores que lo tienen todo y otros que no tienen nada. Sectores que solo
pueden acceder a ser mano de obra; países que no pueden aumentar su gasto en políticas
sociales, ni menos invertir en tecnología.