miércoles, 18 de mayo de 2022

DIVULGACIÓN INSTITUCIONAL DE LA CIENCIA: ¿ES O NO ES?

 

                                                              Crédito de imagen: elmundo.es 

“[…] Así es como los científicos se han engañado a sí mismos y a todo el mundo respecto de su oficio, pero sin la menor desventaja real: tienen más dinero, más autoridad, más “sex appeal”, de lo que merecen, e incluso los más estúpidos procedimientos y los más ridículos resultados en su dominio están rodeados por un aura de excelencia. Es hora de rebajarlos a su medida, y de darles una posición más modesta en la sociedad”. P. Feyerabend (pp.19-20). El mito de la ciencia y su papel en la sociedad.

Difícil es escribir sobre el sistema estatal español de comunicación científica, desde lo que dice el papel (el cual soporta mucho), por lo cual, mostraré algunos lineamientos desde las legislaciones española y chilena; para luego, a partir de algunos datos poder emitir opiniones.

España nos lleva mucha ventaja, tiene incluida la Cultura científica y tecnológica en su Constitución  Art. 44: “garantizar el acceso a la cultura y promover la ciencia y la investigación científica y técnica en beneficio del interés general” y, en la  Ley de la Ciencia, Art. 38.

Algunas de las medidas (fusionadas) señaladas en esta Ley son:

a) Mejorar la formación científica e innovadora de la sociedad, al objeto de que todas las personas puedan en todo momento tener criterio propio sobre las modificaciones que tienen lugar en su entorno natural y tecnológico.

b) Fomentar la divulgación científica, tecnológica e innovadora y proteger el patrimonio científico y tecnológico histórico.

 c) Apoyar a las instituciones involucradas en el desarrollo de la cultura científica y tecnológica, mediante el fomento e incentivación de la actividad de museos, planetarios y centros divulgativos de la ciencia e incluir la cultura científica, tecnológica y de innovación como eje transversal en todo el sistema educativo.

En el caso particular de Chile, recién en mayo de 2018 se crea el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Innovación y Conocimiento. En el año 2020, se genera la Política Nacional de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, donde en el eje de “vinculación ciudadana” se rescata:

 “Consiste en generar estrategias para fomentar la apropiación social de la CTCI como una práctica cultural más en nuestra ciudadanía, convocándola y alentándola a participar de la conversación en torno a la CTCI, a aportar a su desarrollo y a integrarla en su vida cotidiana. Busca, además, que la ciudadanía incorpore habilidades, actitudes, contenidos y métodos de la ciencia, tecnología, conocimiento e innovación, y debatan sobre ellas”.

“Se aprovechan y articulan las múltiples instancias de vinculación ciudadana existentes (iniciativas de divulgación, proyectos de ciencia ciudadana, concursos, eventos, iniciativas privadas y de organizaciones de base, entre otros), los espacios culturales y naturales disponibles (museos, observatorios astronómicos, parques, entre otros), medios de comunicación, otros organismos públicos, y en particular con el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio”.

Como se expresó al comienzo del escrito, el papel soporta mucho; la relación de la ciudadanía con la ciencia, dicta mucho de lo declarado en el  papel (desconozco si es el caso español).  En Chile, la relación  CTS está aún en pañales, pues  falta que se  desarrolle un ecosistema (público y privado) que propicie una cultura científica democrática, que tenga un marco legal sólido y democrático, que permita desarrollar políticas públicas y, no solo ser letra muerta.


El contexto social, político y cultural del país denota que hoy, más que nunca es trascendental fomentar y hacer efectiva la participación de la ciudadanía en la Ciencia (y otros ámbitos), el no hacerlos participes es privar a las personas de la ciencia (desde una concepción pluralista) como cultura (olvidémonos que todos quieren ser científicos); es dejar a la ciudadanía al margen del desarrollo de la humanidad, obligándolos a mantenerse dentro de  la lógica  “la ignorancia es felicidad”, como señala Xurxo Mariño, en su artículo “Comunicar la ciencia, menuda historia  ignorar el conocimiento científico y vivir como un feliz ignorante, es lo que pasa con la mayoría de ciudadanos en lo que respecta a la ciencia, “no lo de feliz -que puede ser-, sino lo de ignorante”.


Sin embargo, no toda la culpa es de los “ignorantes”, no hace falta ser docto en el tema para darse cuenta que los beneficios de la ciencia y de la tecnología (en adelante CyT) están desigualmente distribuidos entre la  población y, no solo son excluidos de los productos de la CyT, sino que también existen grupos excluidos del conocimiento científico. Esto último me parece ir en la línea de explicar los resultados de las encuestas realizadas en el año 2018 por FECYT, en España,  respecto de la percepción social de CyT, donde internet aparece como el medio más utilizado como fuente de comunicación científica, a mi parecer, es por esta “democratización”  y acceso del conocimiento.

Por otra parte, sostengo que el primer divulgador de las diversas disciplinas es el profesor; si pensamos ¿qué ciencia divulga/enseña? vemos que es cientificista (principalmente empiro-positivista), en donde se propicia una educación en CyT orientada a lo conceptual, promoviendo un desconocimiento de la labor del científico y, creo, tomando las palabras de Feyerabend, esta primera visión que se transmite a los estudiantes crea en el colectivo una serie de concepciones erradas de cuentos de hadas (salvo algunas excepciones).  Coincido además, con este Filosofo de la Ciencia, en que es necesario  dar una posición más modesta a los científicos dentro de la sociedad, para contribuir a cambiar la percepción que los jóvenes y el público en general tiene.  

A pesar de las diversas acciones, por ejemplo en España, mediante las Unidades de Cultura Científica y de la Innovación, en El Libro blanco de las Unidades de Cultura Científica y de la Innovación (UCC+I) (2021), la última encuesta sobre percepción social de la Ciencia y la Tecnología, realizada en 2020 por la FECYT, se refleja que una de cada siete personas (14,2%) manifiesta espontáneamente interés por los temas de ciencia y tecnología. Mientras que en Chile, un estudio de percepción de los jóvenes sobre la Ciencia y profesiones

Científicas, realizado en 2010, devela que  “aunque los jóvenes no se muestran mayormente interesados en ser científicos, la figura pura del científico es la que parece no llamar la atención de los jóvenes”.

Queda preguntarse: ¿Qué no se está haciendo? en la divulgación de la Ciencia.


 Fuentes:

Estudio Percepción de los Jóvenes sobre la Ciencia y Profesiones científicas. Informe final. (2010). CONICYT, Universidad Alberto Hurtado, Observatorio social.

Consultado el 18/05/ 2022

https://www.conicyt.cl/documentos/estudio/Estudio_Jovenes_ciencia202010.pdf

FECYT (2018). IX EPSCYT 2018 – INFORME DE RESULTADOS

Consultado el 18/05/ 2022

https://www.fecyt.es/sites/default/files/news/attachments/2018/11/epscyt2018_informe_0.pdf

Ley 14/2011, de 1 de junio, de la Ciencia, la Tecnología y la. Innovación. Jefatura del Estado. «BOE» núm. 131, de 02 de junio de 2011.

Consultado el 18/05/ 2022

https://www.boe.es/buscar/pdf/2011/BOE-A-2011-9617-consolidado.pdf

 Mariño, X. (2014). Comunicar la Ciencia, menuda historia.

Consultado el 18/05/ 2022

https://culturacientifica.com/2014/01/04/comunicar-la-ciencia-menuda-historia-por-xurxo-marino/

Unidades de Cultura Científica y de la Innovación (UCC+I). (2021). Libro blanco de las Unidades de Cultura Científica y de la Innovación (UCC+I)

Consultado el 18/05/ 2022

https://www.fecyt.es/es/tematica/unidades-de-cultura-cientifica-y-de-la-innovacion-ucci

 

 

 

 

 

  


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