«Feyerabend tenía razón: tú "método científico" es más falso que mi ex» 💔
Imagen tomada desde https://federacionanarquista.net/
Menuda sorpresa me llevé al leer “Contra el Método” ¿A quién se le ocurre cambiar “TODO VALE” (anything goes) por un “todo es”?
Feyerabend, con toda su carga epistémica, reducido a lo ontológico. Sin lugar a dudas, se estaría retorciendo en su tumba. Se ha buscado neutralizar su crítica más radical, no es solo un error semántico, sino uno con una carga política que busca dar una versión totalmente distorsionada del autor, quien ataca directamente al poder científico.
Este cambio es poner una mordaza a Feyerabend, quien grita: ¡Si quieren progreso, en ciencia todo vale, no importa el método! reduciéndolo a un: “Si quieren progreso, en ciencia todo es, solo si la comunidad científica lo aprueba”. Traducir libertad como permiso es el primer paso para domesticarla.
La idea feyerabendiana de “todo vale”, debe ser considerada como un golpe seco al dogmatismo metodológico, aquel que desconoce que la ciencia presenta rupturas, trampas, errores, serendipia, política y poder. Es en este contexto, que en esta entrada analizaremos la idea como martillazo a la mesa que pretende el autor.
¿Todo vale? Depende
Feyerabend lo dejó claro: «La única norma que no inhibe el progreso es: todo vale» (Feyerabend, Contra el método, 1975, p.23). No es relativismo ingenuo, es una puñalada contra el manual de instrucciones que llaman “método científico”. Esta consigna no debe ser entendida como una auspiciadora de “pseudociencias”, sino como un llamado a que no hay reglas, no existe un único camino. Para Feyerabend, el juego no era validar, sino cuestionar: ¿Quién define “lo científico” y por qué su autoridad es incuestionable? No hay reglas universales, pero sí luchas de poder bajo la consigna metodológica.
«La idea de un método fijo, o de una teoría fija de la racionalidad, descansa sobre una concepción demasiado simple del hombre y de su entorno social » (Feyerabend, Contra el método, 1975, p.45)
La Historicidad como evidencia: las trampas del relato científico.
Feyerabend, reconoce que «La historia está llena de accidentes. Pretender que sigue un método es como decir que un huracán sigue un manual de instrucciones» (Feyerabend, Contra el método, 1975, p.156). De esto se deduce que la historicidad impregna a las ciencias como un proceso humano, cargado de arbitrariedades, luchas de ego y modas.
Ejemplo brutal: Galileo logró la aceptación del heliocentrismo usando retórica y metáforas, no el método científico. Las mediciones de su época ni siquiera apoyaban su teoría. «La historia de la ciencia es tan caótica como un combate de boxeo. Quien busque “leyes” aquí es un iluso» (Feyerabend, Contra el método, 1975, p.156)
Anarcociencias.
Charles Darwin no usó tubos de ensayo. Los astrónomos nunca han puesto un dedo en un agujero negro. Y, sin embargo, sus teorías gobiernan lo que llamamos “ciencia” ¿Cómo llegaron a dominar el conocimiento sin seguir el “método científico”? La respuesta es simple: porque el “Todo Vale” siempre estuvo ahí, escondido tras ecuaciones, experimentos y papers que nadie lee.
Y así, existen más ciencias que se unen al listado. Pero antes, es necesario dejar en claro que no hablamos de “Ciencia”, sino de “Ciencias” (y no por capricho en el uso gramatical del plural por parte de la autora). El hablar de “Ciencia” es adherir a la idea de un método universal (que no existe); en cambio, "Ciencias", esas con “s”, son el reflejo del pluralismo metodológico.
Siguiendo con nuestro listado de ciencias insurrectas, se agregan la Física cuántica (donde medir altera la realidad), la Cosmología (explica el Universo con un 95% de materia oscura que nadie ve), la Química y Mendeléiev jugó a las cartas con los elementos... y le salió la tabla periódica, entre otras.
Pero, si esto ocurre en las ciencias duras ¿por qué criticar a las “blanditas”? Desde fuera del núcleo hay más ejemplos: psicología, ciencias políticas, medicina. Feyerabend lo tenía claro: se llama “ciencia” a lo que tiene poder, no a lo que sigue reglas. El verdadero método aquí, es no tener uno.
¿y tu disciplina favorita también es una anarcociencia?
Bibliografía.
Feyerabend, P. (1975). Contra el Método. Barcelona:
Editorial Tecnos.
"Galileo no tenía
pruebas del heliocentrismo, sino una corazonada" https://www.20minutos.es/ciencia/blogs/ciencias-mixtas/galileo-no-tenia-pruebas-heliocentrismo-sino-una-corazonada-5561733/