martes, 15 de abril de 2025

Reflexión

 "Lo desconocido nos llama, no porque nos asegure grandeza, sino porque allí aún somos libres. Allí, donde las palabras no tienen dueño, donde el miedo y el deseo se rozan, allí está el punto exacto donde nace lo que somos capaces de imaginar."

domingo, 13 de abril de 2025

REFLEXIONES DESDE LA PERIFERIA. (By Pinky).

 

                              Reflexiones desde la periferia



 Imagen tomada de https://www.istockphoto.com/es/ilustraciones/parodia


En las últimas décadas, el espacio público del conocimiento ha comenzado a desplazarse hacia territorios regidos por la lógica del algoritmo, donde lo visible adquiere más valor que lo comprensible, y donde la ciencia, en su afán de “acercarse a las personas”, corre el riesgo de disolverse en el espectáculo. ¡Benditos likes! 

No se trata de rechazar la divulgación. Muy por el contrario: la ciencia necesita nuevas formas, necesita descentrarse, abrirse a múltiples lenguajes y abandonar el dogma de la neutralidad. Sin embargo, como advierte Paul Feyerabend, cuando una forma de conocimiento se convierte en monocultura, cuando se impone una única lógica  —aunque sea en nombre del progreso o la pedagogía—, se empobrece la diversidad epistémica.

En tiempos donde el tiempo es un recurso muy escaso, las redes sociales exigen que el contenido sea breve, visual y  emocionalmente impactante. Pero como señala Byung-Chul Han, esta economía de la atención empobrece la capacidad del ser humano de contemplación, reflexión y profundidad. Todo va a mil por hora. La ciencia, si se adapta acríticamente a esa lógica, corre el riesgo de volverse mercancía cognitiva: atractiva, viral, pero vacía de contenido. 

Paulo Freire nos recordaba que educar no es transferir conocimiento, sino crear las condiciones para que el sujeto se vuelva capaz de leer el mundo críticamente. ¿Cómo se realiza esta tarea en un entorno donde lo más importante es “ser visto”? ¿Cómo formar pensamiento crítico si el medio privilegia el impacto por sobre el contenido?

La figura del “divulgador estrella” no es en sí problemática, pero sí lo es el sistema que premia la performance más que el contenido. Ivan Illich hablaba de la necesidad de desescolarizar la sociedad, y quizás hoy deberíamos pensar también en la necesidad de desespectacularizar la ciencia.

Levanto esta reflexión desde mi lugar como docente, como habitante del aula más que del escenario digital, defiendo la necesidad de espacios lentos, de una pedagogía del asombro y la duda; de un pensamiento que no tiene prisa, que no busca likes, sino que cultiva preguntas.

No todos tenemos vocación de pantalla. Algunos preferimos sembrar pensamiento desde la periferia, desde el blog, desde la conversación íntima. Pero eso no nos vuelve menos parte de la tarea de pensar el mundo. Tal vez, incluso, nos vuelva custodios de otra posibilidad.

 

 

Referencias

Feyerabend, P. (2000). Tratado contra el método. Tecnos.

Han, B.-C. (2017). La sociedad del cansancio. Herder.

Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores.

Illich, I. (1971). Desescolarización de la sociedad. Gesell.