Hace tiempo leí
“Cien Años de Soledad” de García Márquez y, precisamente, vino a mi cabeza con
el tema de esta tarea: “qué cosas puedes pensar sin necesidad de recurrir al
lenguaje, es decir, sin que sea preciso que “aparezcan” palabras en tu mente”.
Recuerdo el capítulo
“La Peste del Insomnio”, el cual aparentemente no tiene mayor importancia ni
repercusiones en el desenlace de la novela; sin embargo, tiene aspectos que
permiten acercarse a la respuesta de la tarea planteada. La peste del insomnio produce en los
infectados una extraña sensación de bienestar, sensación que termina en el
momento que los habitantes de Macondo se enteran que la peste desemboca en el
olvido.
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El código, a nivel formal, caracteriza al objeto, pero sus características a nivel sensorial, lo determinan. Las palabras - sentimientos y sensaciones codificados- estructuran la realidad de determinada forma, forma que reduce la interacción a niveles formales y, por tanto, poco sensoriales. Ahora bien, llevemos la peste del insomnio a las ultimas consecuencias, donde los habitantes de Macondo se olvidan de todo.
En el caso anterior, los habitantes de Macondo se olvidarían de las palabras y su significado y, por supuesto, del lenguaje verbal; sin embargo, podrían pensar en el objeto, en sus características a nivel sensorial y transmitir un mensaje a nivel simbólico, como por ejemplo gestos. ¿No les ha pasado que hay veces en que quieren decir el nombre "algo", pero “no sale la palabra”? Se sabe qué es, cuál es su textura, su forma, pero no nos acordamos del nombre y, recurrimos a describir con las manos su altura, forma y buscar objetos semejantes para mostrar. Es precisamente esto lo que ocurriría a los habitantes de Macondo.
Otros casos en que se puede pensar sin necesidad de recurrir al lenguaje, es decir, sin que sean necesarias palabras, es cuando “intento” hacer arte –dibujar o pintar- las ideas “vuelan” sin una palabra que las defina, solo colores y figuras. Además, cuando se maneja o interpreta un plano, son requeridas imágenes y no palabras.
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También, cuando realizo un
ejercicio de matemáticas o trabajo con fórmulas, las palabras sobran, el
lenguaje es una serie de símbolos llamados números. Actualmente, las redes sociales posibilitan una nueva forma de lenguaje simbólico, mediante emojis y emoticones.
¿Pero es posible pensar sin palabras?
Revisemos
brevemente la literatura, Crelier (2013), indica que respecto a esta pregunta
existe discordancia entre el giro lingüístico y la etología cognitiva.
Existiendo tres posibles respuestas:
1) negar a los
agentes carentes de lenguaje la capacidad de pensar y actuar.
2) Sostener la
existencia de formas de pensamiento inexpresables por el lenguaje.
3) Sostener que el pensamiento (y la acción) sin lenguaje son expresables en una lengua natural, más allá de quién lo exprese y cuál sea esa lengua.
Para la primera opción, negar pensamiento sin lenguaje, según los ejemplos referidos más arriba, sería errado, ya que niega formas alternativas del lenguaje, entre las cuales está el lenguaje de los niños pre-lingüísticos o el lenguaje simbólico.
Para la segunda
opción, admitir formas de pensamiento no expresables mediante el lenguaje, es
aceptable, ya que el ser humano cuenta con otras formas de lenguaje que no son
verbales; tal es el caso de números, figuras, signos, gestos, etc. Estas formas
de expresar pensamientos, son denominadas por Dummett (1996) en Crelier (2013)
como “proto-pensamiento”, el cual se refiere al pensamiento por imágenes
relacionado con el entorno inmediato que caracteriza al pensamiento animal y al
ser humano como especie.
Para la tercera
opción, la expresibilidad del pensamiento por el lenguaje. Esta postura surge
desde los filósofos hermenéuticos tales como Gadamer, en donde se entiende el
lenguaje como una capacidad de comprender sin límites y, que está ligada con la idea de
producción de sentido. Entendiendo la "expresibilidad del pensamiento por el lenguaje", como “cualquier cosa
que pueda querer decirse puede ser dicha”, de modo que: “Cualquier lenguaje nos
proporciona un conjunto finito de palabras y formas sintácticas para decir lo
que queremos decir (…)” (Searle, 1994) en Crelier (2013).
Yendo a los ejemplos dados en el texto, esta opción permite extrapolar que no es necesario una identidad entre quien enuncia el pensamiento usando el lenguaje y el agente cognitivo mismo, sino que se refiere al del pensamiento en general, por ejemplo, al usar símbolos universales como los números, signos o figuras; no es necesario que emisor y receptor hablen, "una imagen vale más que mil palabras", lo que permite explicar la relevancia de dar una intencionalidad. Por tanto, el lenguaje no es una condición del pensamiento, sino que lo es de su expresabilidad y comprensibilidad, dado que el proceso cognitivo de pensar que no es expresado lingüísticamente quedaría fuera de nuestro marco conceptual y, por lo tanto, no sería identificable como pensamiento.
¿Es
posible elaborar sin
lenguaje planes de acción y
transmitirlos a los congéneres?
Mi respuesta, es sí.
Para tal efecto podemos recurrir a los símbolos
y gestos, considerando el lenguaje más allá de lo hablado. No todos los
lenguajes son verbales, existe el lenguaje de los gestos, de los signos, de la
mirada, no es necesario decir que se está enojado para darlo a conocer.
Pensemos en que
estamos en una prueba y, solo algunos alumnos estudiaron, el curso se organiza en
silencio y otorga a cada alternativa gestos y sonidos distintos para darlos a
conocer al resto, no es necesario hablar, sino que atribuir significados y compartirlos.
Podemos pedir ayuda
y planificar diversas acciones, solo estableciendo códigos no verbales acordados y conocidos
por un grupo. Como señala Muñoz (s.a) citando a Damasio (1994), el ser humano al poseer una mente que es capaz de formar
representaciones neurales - y convertidas en imágenes-, las manipula mediante el proceso de pensamiento, e influyen en el comportamiento, ayudándonos a poder anticiparnos a eventos, planificar y elegir.
Fuentes:
Carlos Muñoz. Hacia una teoría de pensar. Cap.
1.
https://webs.ucm.es>info>pslogica
Crelier, A. (2013). Pensar sin lenguaje: el giro
lingüístico frente al desafío de la
etología cognitiva. Erasmus: Año XV - Nro. 2.
Decía Ludwing wittgeistein que los límites de las palabras son los límites de mi mente. Sin embargo es posible pensar sin la necesidad de éste.
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